
HORROR EN HIROSHIMA. Japón 1.
Estaba en Hiroshima el día 6 de agosto de 2007. Había llegado a las 10 de la mañana, 62 años después de la primera bomba atómica. Los actos institucionales de primera hora con la presencia del primer ministro y los representantes internacionales ya habían acabado. Hacía mucho calor, yo había interiorizado durante todo el camino lo sucedido en Hiroshima, pero cuando me encontré frente a la Cúpula de la Bomba Atómica, el único edificio de la época cuyos restos aún quedan en pie, la rabia, el miedo y el dolor se hicieron patentes a flor de piel.
El horror de las guerras inútiles ante nuestros ojos,
el horror de la destrucción rasgando nuestro corazón,
el horror de los efectos nucleares sobre nuestra piel,
el horror de las ausencias, del dolor vivido,
el horror de la herencia que dejamos a nuestros herederos,
el horror sin más palabras,
sólo horror.
Y pensé, ilusa, que el camino de la paz no debe tener retorno si somos muchos los que lo forzamos.
Y entonamos cánticos de paz, en todas las lenguas de las que había representantes, en Heiwa-Koen, el Parque conmemorativo de la Paz en Hiroshima, y las lágrimas afloraron libres y sentidas,
y escuché el testimonio de un representante del pueblo Kurdo y ví sobrecogida las fotografías que presentaba del ataque en Harabuya, al norte de Irak, en 1988,
y nos acercamos a la escultura de Mil pájaros de papel, nos enseñaron a construir garzas de papel dorado en recuerdo a la niña que las construía todos los días mientras esperaba la recuperación que nunca le llegó,
y escuchamos los relatos de los hibakuska, las personas afectadas por la bomba que aún continúan vivos, en el Museo de la Bomba atómica,
y escribimos nuestro mensaje de paz en una linterna de papel que navegó a las 10 de la noche por el río Motoyasu-guwa, en compañía de otras diez mil linternas con mensajes de paz,
y llevamos la rabia y sentimos el horror para siempre en nuestras venas.
El día 9 de agosto, no estaba en Nagasaki cuando los actos conmemorativos de los también 62 años de la bomba atómica en la ciudad y tampoco estaré el día 15 de agosto en la gran marcha por la paz, pero estaré siempre en la lucha por la paz en cualquier lugar del mundo y para todo el mundo.
La fotografía corresponde al símbolo de la destrucción de Hiroshima, la cúpula de la Bomba Atómica.