domingo, diciembre 30, 2007



Empezó 2008

Empezó enero y se fueron cayendo uno a uno todos los sueños navideños. Ya pasó el turrón de vuelve a casa, el gordo que salpica a muy poquitos pero que ilumina deseos muy perecederos, la nochevieja y sus colores de neón, risas, ritos de felicitación y cantos renovados de promesas de año nuevo. No preocuparse pues están las rebajas para continuar con el engaño consumista de la ridícula felicidad de comprar unos calcetines que no recesito por un euro menos de lo que los compraré mañana.
Menos mal que, además de todo esto, conservamos los valores verdaderos a buen recaudo que permanecen intactos después de tanto ajetreo festivo.
Sigamos caminando y creciendo en la cotidianeidad diaria de la vida.


Sobre la fotografía creo que no diré nada. Seguro que ya habéis adivinado.


VERSOS HÚMEDOS

Asciendo por el túnel sereno
de tu carne
provocando oleadas de explosión
intemporales,
me sumerjo cual orquídea
expectante a tus deseos,
suplicando a los dioses
una estancia permanente
en tu seno.

Asciendes, provocas,
te sumerges, suplicas,
suplico agotarme en ti,
vivirte asido a mí,
vivirnos sin fin,
explorándonos
siempre.
La playa de Guadamía sirva de marco para estos Versos húmedos que fueron el tema de la última reunión del año 2007 en nuestro grupo de poesía ENCADENADOS.

lunes, diciembre 24, 2007


Me gusta asomarme a mi mar y pararme, aunque sólo sea un ratito, para sentirme acompañada de su arrullo. Y en el ajetreo de estos días es un lujo sentir la luz de su espuma y el abrazo de su fuerza para disfrutar la paz necesaria y combatir los excesos comerciales de estos días.

Os deseo a todos paz y solidaridad, en estas fechas y siempre, y un nuevo año que cumpla vuestros deseos.

domingo, diciembre 16, 2007



POR MIEDO

La ciudad aún duerme
y yo me alejo
antes de que despiertes
y te llore,
antes de que crezcas
y te confíe
mis debilidades al desnudo,
antes de que deshagas
la línea negra
del horizonte que respiro.

Me digo adiós, vuelvo
al encuentro
del desencuentro de algún
lugar del norte,
donde no ciegue
la radiante luz del día.

Reposo
junto al árbol
de la savia ancestral
que me alimenta.
La fotografía corresponde a un bosque de hayas en octubre cuando aún el otoño no había desnudado su troncos.

sábado, diciembre 08, 2007


No dejo de pensar este otoño en los arces japoneses que imagino anaranjados, o tal vez rojos virando al amarillo, iluminando mis recuerdos del verano y reconstruyendo mis recuerdos del país. En Takayama, aquel atardecer, yo había escrito...


LA LUNA APARECIÓ DOS VECES

Había visitado el templo en la mañana, participado de todos los ritos que aprendí, agua, incienso, dos inclinaciones, dos palmadas, un saludo, un deseo, un ruego, nueva inclinación y respetuosa despedida. Volviendo la cabeza te vi por un instante, un saludo, una leve inclinación y tu sonrisa.
La luna estaba llena, atardecía rojo en Takayama, paseábamos en yucata. Cruzamos la calle principal, probamos en todos los puestos de comida, bolitas de arroz engarzadas, pinchos morunos de ternera y pollo, pan de nueces e higos, mientras un grupo de jóvenes cantaba en inglés.
A la orilla del río de la vida discurría lentamente la vida, sumergidos en un río de risas familiares, entre fuegos artificiales que estallaban en la noche, apareció de nuevo la luna y volviendo la cabeza de nuevo te vi por un instante, un saludo, una leve inclinación y tu sonrisa.
Más tarde en el jacussi de la planta 10 volviste a aparecer, la luna volvió a bañarme y contigo despedí la noche.

sábado, diciembre 01, 2007



MENDELSSON. SINFONÍA nº 2.

Ya ondean murmullos inquietantes
en tu búsqueda.
No aparece entre el resplandor
constante del camino.
Permanezco erguida de luna
y bañada de deseo.
Majestuosa vida de dioses
recorro ante ti,
algunos días caen copos de nieve,
suavemente,
otros la tormenta gris arrulla
las negras noches
y juego en el asfalto iluminado por las sombras.
Cuando el cielo sagrado nos convoca
detrás del cielo de tu boca
me refugio.
Disfruto este concierto de la vida,
quiero mascar su sintonía
y canto con cada uno de mis músculos.
Majestuosa vida,
voy a tu encuentro cotidiano,
tu música es el faro en mi tiniebla.

La noche ha pasado,
entra directa la luz a mis entrañas,
saltan los botones de mi corazón
y crezco,
creces ante mí.
No apareces, aún
te espero.

La naturaleza nos regala bellos atardeceres, éste lo disfruté paseando junto al mar.