domingo, junio 17, 2012




Ajeno a todo, vagabundo tú,
alargaste tu mano a mi paso,
ajeno a los barcos y a la luz
de la sonrisa que hoy partían;
tu cerebro, tu barba, tu destino
anclado en las nieblas de aquel
banco, impregnado en alcohol,
asomando la frontera de la vida
de aquella plaza de verano
donde niños y madres sonreían
al sol, al cielo azul, al pasear
hasta el borde cada día.

Ajeno a todo, vagabundo tú,
me pediste un chupa chup,
un poco de lúcida dulzura,
muleta de un momento,
para seguir arrastrando
unicornios en los sueños,
descalzo en el camino,
en tu mochila con tu mundo
muy, muy dentro.

domingo, junio 10, 2012


Y DESPUÉS DE MAYO… JUNIO


Junio es júbilo y estreno,
resquicios del desván de invierno
abriendo la luz secuestrada que
guardaba las ánforas del miedo.


Junio es adentrarse libre
en el seno del amante maestro
que desliza olas, lunas, gaviotas
y navíos en el mundo de la noche
que apaga lámparas
para descansar en el roce
suave de los sueños.


Antes de las ciudades y los ritos
tantos junios sucediendo
en las piedras del río y sus montañas
en gemidos de amantes y súbditos,
con el canto de las flores bellas,
el colmillo del lobo aullando
sus retoños y el atardecer rojo
despidiendo la ausente primavera
helada en sus fuentes,
adornando la luz que crece,
despertando la savia,
preparando el estío.


Y yo indefensa ante ti
me incorporo al torrente
de vida, yo insignificante
grano lúcido en papel
de palabras tatuadas en el aire.


Tú, junio, me abrazas cual despedida
que no quiere retrasar su camino
y regala la cuna de su arrullo.



ÉSTA ES MI ENTRADA NÚMERO 500. GRACIAS A TODOS POR PASEAR MI ESPACIO. MIL ABRAZOS Y SONRISAS.

domingo, junio 03, 2012


 
HOY DESPEDÍ LA ÚLTIMA NARANJA DE TU ZUMO

Hoy despedí la última naranja de tu zumo,
yerma tierra digerí sin dolor y sin fortuna,
cual navío errante en traslación a su destino
las gaviotas del camino desplegaron velas
e izaron señales hacia puertos escogidos.

Yo grumete activo y expectante en la partida
con mis manos soltando las partidas cadenas
que ahogaban mi garganta, que ataban mi futuro.
Ya renace sereno el lúcido horizonte
que nunca alcanzará este obligado viaje
emprendido entre brumas y tormentas
cuando el desierto invadió todos mis mares
y la luna se apagó en noche delirante
a tus pies amarrada en el vacío.

 
Era un atardecer en el Mar Báltico el que me acompañaba en la partida.