DÍA DE FALLECIDOS.
Llamó a la puerta, estaba oscura la escalera. Una mujer abrió, Lucía preguntó por su marido.
Era domingo, bastante pronto, tal vez las ocho y media. Lucía se había cruzado en el portal con una señora que venía de misa y llevaba el pan caliente bajo el brazo.
“¿Qué haces aquí?”, dijo él. “Comprobar lo que para mí era imposible de creer”, fue la respuesta.
Y así fue como, sin mas palabras, veinte años de convivencia saltaron por los aires. Lucía había retrasado demasiado la decisión y por fin aquel día de fallecidos lo había sido realmente.
Siete años después la sensación de libertad invade totalmente su alma. A la pregunta de ¿cómo estás?, divinamente es la respuesta espontánea.
A veces nos cuentan historias difíciles de creer. Historias como las que Tino Pertierra deshoja cada día en su columna diaria en La Nueva España. Ésta podía ser una de ellas. Confieso que siempre quise escribir pequeñas historias como Tino Pertierra.
Llamó a la puerta, estaba oscura la escalera. Una mujer abrió, Lucía preguntó por su marido.
Era domingo, bastante pronto, tal vez las ocho y media. Lucía se había cruzado en el portal con una señora que venía de misa y llevaba el pan caliente bajo el brazo.
“¿Qué haces aquí?”, dijo él. “Comprobar lo que para mí era imposible de creer”, fue la respuesta.
Y así fue como, sin mas palabras, veinte años de convivencia saltaron por los aires. Lucía había retrasado demasiado la decisión y por fin aquel día de fallecidos lo había sido realmente.
Siete años después la sensación de libertad invade totalmente su alma. A la pregunta de ¿cómo estás?, divinamente es la respuesta espontánea.
A veces nos cuentan historias difíciles de creer. Historias como las que Tino Pertierra deshoja cada día en su columna diaria en La Nueva España. Ésta podía ser una de ellas. Confieso que siempre quise escribir pequeñas historias como Tino Pertierra.
La fotografía es de mi mar, mi mar de libertad, desde el rompeolas en el puerto de Gijón.
9 comentarios:
De nuevo escarbando en las debilidades, con este microrelato cargado de simbología. Llega.
me gustaría sentarme en gijón a contemplar el mar, me han dicho que es de un azul precioso
:-)
amor
Lo mejor, que Lucía está divinamente.
Será por relatos pertierranos! En este blog se podrían instaurar los relatos gaianos. Faltaría más!
Que no se diga y a la tarea. Venga!
las pequeñas historias bien contandas son la verdadera literatura ¿no?
Las comparaciones son odiosas, pero su prosa no tiene nada que envidiar a la del sr. Pertierra. Espero ansioso nuevos relatos gaianos. Salu2 cordiales.
Preciosa imagen de tu Gijón, para tus hermosas letras...
Un abrazo.
Gracias por tu visita. La imagen la encontré en la web.
Era un día adecuado para dejar atrás cosas.
Besos
El detalle del pan. Ese pan reciente y caliente bajo el brazo de una mujer madrugadora.
Seguro que el pan que Lucía disfruta HOY es mucho más caliente y elaborado que áquel que entonces masticaba.
besos
tomás no sé si escarbando o saliendo a flote... me alegro que te llegue el microrrelato
amor cuando quieras Gijón te espera y el azul lo traes tú puesto, no?
ana ¿lucía está divinamente? pues no sé.
beauseant, me gustan las pequeñas historias, me gustaría ser contadora de cuentos.
gracias alejandro, no está nada mal lo de relatos gaianos...
gracias itoiz, Gijón siempre es bello, en realidad la naturaleza... es siempre bella y yo siempre estoy dispuesta a disfrutarla.
sapdelosviernes, efectivamente el día era adecuado...
alas el detalle del pan daba un poco de calor, humanizaba la historia.
gracias a todos por pasar..os leo, besos, abrazos y mil sonrisas.
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