lunes, junio 05, 2006

MAÑANA DE DOMINGO EN URGENCIAS
A estas horas tempranas todo es silencio. Tal sólo destaca el sonido del ruido de motores de tres máquinas, una para las bebidas calientes, otra para bebidas frías y otra para productos sólidos. Acaban de limpiar y está fresco el ambiente, huele a uno de esos productos indeterminados de los que no se acierta a identificar su aroma. Una señora con un carrito lleno de compartimentos de colores acaba de salir de la estancia, me crucé con ella en la puerta y observé que llevaba una fregona con la que supongo acaba de pasar al suelo y también una bayeta que aprecié húmeda con la que seguramente había limpiado las sillas de plástico en hilera que ocupan la mayor parte del recinto. Vació las papeleras pero no tocó limpiar las columnas, las paredes y las puertas, tampoco parece haya tocado la doble cristalera que ocupa en ángulo dos paredes y por la que a estas horas entra una luz temprana y ya cansina. Frente a mí, en el lado opuesto de la habitación, dos puertas abiertas, corresponden a los servicios de hombres y mujeres que parecen relucientes.

Estamos cuatro personas sentadas, calladas, con la mirada a lo lejos, cabizbaja, la comunicación suspendida o mejor aún no iniciada, parece que nuestra disposición es la de resignada espera. Nuestra mente no está aquí, sino muy cerca, en la habitación contigua donde se decide el objeto de la espera, la atención se deposita más allá, la actitud parece en estos momentos casi derrotada de antemano.

Avisos por doquier en las paredes: No fumar, Hable bajo por favor, Desconectar el móvil, La megafonía es deficiente, disculpen las molestias, más allá se dice algo sobre los viales de insulina, cerca de mí un cartel sobre la hipertensión.

En este pequeño local el pensamiento se concentra, parece perdido, suspendido, irremediablemente lento, sin prisas. Somos efímeros, tenemos tropiezos, nuestro cuerpo se resiente, no siempre funciona perfecto, muchas veces inconsciente libras, otras avanzas renqueante, otras te paran, y aquí cerca te reponen, te reparan, manos arriba es el sentimiento, sólo puedes esperar relajado si es posible, dentro de ti todo está en suspenso.

Se vuelve gris el día, aunque afuera parece que luce el sol, el paso del tiempo marca una pauta sin tiempo, la angustia está al acecho de los movimientos tras la puerta de cristal. Afuera siguen llegando coches, casi siempre sus ocupantes preocupados, caras serias, de vez en cuando se oye llorar de un niño que deja aún más desasistida la mirada.

Continúa apagándose la luz, no sé cuantas personas han llegado, la sala parece casi llena, cambian las personas, sus rostros no me interesan, no me fijan la atención, tan sólo observo el común sentimiento de sumisión ante la angustia de vencer o no esta pequeña o última batalla. Sonriente el altavoz avisa, familiares de… y alguien se levanta y atraviesa la puerta de cristal. Los demás miran un momento y de nuevo se sumergen en sus vacíos pensamientos. Me llaman, ya me toca atravesar la puerta de cristal. Sonriente, camino, avanzo, mi equipaje es hoy es la vida, caminamos, seguimos caminando.

A veces la vida es como la sala de espera de un domingo en urgencias, entras, te levantas, sales reforzada, sales simplemente, a veces no sales y te quedas. En juego está la ansiada respuesta del destino, la confianza en que la vida avance y el sol siga saliendo en cada día, en cada instante.

5 comentarios:

ana martinez dijo...

me alegro de que te animes a relatar con imaginación tus experiencias.
tendrás mucho que contarnos.

Mariadolcas dijo...

No estarás relatando una experiencia vivida....¿verdad?
Deseo que frecuentes otros ambientes donde la vida es una escalera hacia arriba que aunque tenga peldaños y se suba con esfuerzo, hay siempre "algo" más arriba que te obliga a subir.

Txe Peligro dijo...

las salas de espera son de lo más sórdido. Deberían poner en cambio jardincitos Zen.

Un saludo

gaia56 dijo...

Estoy de acuerdo contigo Txe..un jardincito zen... el rumor del agua, la piedra blanca, la paz...
A todos gracias por pasar.
Esta semana me tiraba más el relato, que más quisiera que saber hacerlo bien...Ana.Ya sabes Gallaecus que lo mío son las descripciones... jajajajajaj
Estoy muy liada, pero aviso que hay varios poemas en cocina.

caracolquiscol dijo...

Salas de desespera, mas bien... beijinhos!