AHORA TODO LO QUE ME DIGAS LO CREERÉ

Mimada por los valles y las cumbres
mi alma amarillea la tierra dorada,
es otoño, y tú y yo
navegamos otros tiempos,
otros lares.

Pasará el invierno con toda magnitud,
lentamente, cumpliendo
conocidas y tediosas coordenadas,
y nosotros arrastrando como lobos
un paseo en trineo por las nubes.

Vendrán los brotes reventando
mil flores, mil colores,
cercando el horizonte y su reflejo,
acariciando enamorados
en el tiempo y en las dudas.

A regañadientes dejaré
que aparezcan los recuerdos,
el ruido del mar como fondo del mensaje,
y otra vez volveremos
a tus vuelos de gaviota,
se enzarzan tus manos y mis manos,
se confunden con trenzas de mi pelo,
y una voz susurra el horizonte
y es que el mar aviva el fuego
y apareces al borde de mis sueños,
utilizas mi falda por sombrero
y asciendes por las nubes,
por las nieblas, por los valles,
y ya llegas exhausto al horizonte
y tus ojos ya suspiran
entre encuentros y recuerdos.

Me dejaré sorprender
por las blancas lorzas 
como novia desposada
mientras rizas una y otra vez
las olas que te cercan,
que se alejan,
y si después de la batalla
paseas esta luna
que desinfla los faroles de la noche,
si después de todo ello
amaneces en mi almohada,
alojas mis neuronas,
entonces creeré lo que me digas,
dejaré que te quedes
con tu aroma y con tus sueños.