COMO SE SALVÓ WANG FÔ, Cuentos orientales de Margarita Yourcenar y COMO DIARIAMENTE NOS FAGOCITA EL MERCADO
Un emperador de China, del reino de Han, conoció las obras del pintor Wang- Fô y al compararlas con la realidad de su territorio se sintió tan defraudado que condenó al pintor a perder sus ojos y sus manos por haberle causado una decepción al mostrar una vida tan irreal en sus obras. Y dice: “Óyeme, viejo Wang-Fô —dijo el Emperador—, y seca tus lágrimas, pues no es el momento de llorar. Tus ojos deben permanecer claros, con el fin de que la poca luz que aún les queda no se empañe con tu llanto. Ya que no deseo tu muerte sólo por rencor, ni sólo por crueldad quiero verte sufrir. Tengo otros proyectos, viejo Wang-Fô. Poseo, entre la colección de tus obras, una pintura admirable en donde se reflejan las montañas, el estuario de los ríos y el mar, infinitamente reducidos, es verdad, pero con una evidencia que sobrepasa a la de los objetos mismos, como las figuras que se miran a través de una esfera. Pero esta pintura se halla inacabada, Wang-Fô, y tu obra maestra no es más que un esbozo. Probablemente, en el momento en que la estabas pintando, sentado en un valle solitario, te fijaste en un pájaro que pasaba, o en un niño que perseguía al pájaro. Y el pico del pájaro o las mejillas del niño te hicieron olvidar los párpados azules de las olas. No has terminado las franjas del manto del mar, ni los cabellos de algas de las rocas. Wang-Fô, quiero que dediques las horas de luz que aún te quedan a terminar esta pintura, que encerrará de esta suerte los últimos secretos acumulados durante tu larga vida. No me cabe duda de que tus manos, tan próximas a caer, temblarán sobre la seda y el infinito penetrará en tu obra por esos cortes de la desgracia. Ni me cabe duda de que tus ojos, tan cerca de ser aniquilados, descubrirán unas relaciones al límite de los sentidos humanos. Tal es mi proyecto, viejo Wang-Fô, y puedo obligarte a realizarlo. Si te niegas, antes de cegarte quemaré todas tus obras y entonces serás como un padre cuyos hijos han sido todos asesinados y destruidas sus esperanzas de posteridad. Piensa más bien, si quieres, que esta última orden es una consecuencia de mi bondad, pues sé que la tela es la única amante a quien tú has acariciado. Y ofrecerte unos pinceles, unos colores y tinta para ocupar tus últimas horas es lo mismo que darle una ramera como limosna a un hombre que va a morir”.
Al releer estos párrafos pensaba en que cual cruel emperador de la China últimamente los mercados nos llevan a límites tan insospechados que quieren apurar la última gota de nuestra sangre monetaria, esperan como en el caso de Wang- Fô que en los últimos estertores demos lo más granado de nuestra esencia. Duros debates silenciosos, no explícitos, entre lo que anónimamente llamamos mercado y los sistemas democráticos occidentales, estos días que caen gobiernos, se presentan ante nosotros las amenazas de destrucción de las políticas de cohesión haciéndose, día tras día, cada vez más dueños de nuestro dinero, cada vez más sedientos del fruto del trabajo de los ciudadanos de a pie. Y me pregunto hasta dónde? hasta cuándo las cosas irán cada día peor? Cuando se sentirá lleno el cruel Emperador del Mercado?
Wang- Fô se salvó utilizando su propio arte, entrando en el cuadro, diluyéndose poco a poco en él, pintando una barca, y alejándose en ella. En nuestro caso parece que tanta verborrea diaria no da con las claves para parar esto y controlar el hambriento mercado más fiero aún que el Emperador del cuento.
5 comentarios:
Que bonita historia.
Sin embargo, creo que el Emperador Dinero, es peor que el chino.
Un abrazo. Buen fin de semana.
Muy oportuno cuento en estos momentos de incertidumbre y angustia.
Ojalá podamos meternos en la barca de la salvación para que los especuladores, los adinerados...
no nos vean.
Besos
Acabo de descubrir tu blog y me parece muy original. Yo tengo un blog de arte así que nos vamos viendo! Un saludo.
Este mundo nuestro de cuento sin magia, de finales sin intriga, donde no caben otros finales, de ajuste de cuentas donde solo triunfan los poderosos...
Saludos
Paseando por tu blog que me resulta muy agradable y diverso me he detenido en este post y releido un par de veces este cuento que nos traes y que no conocía.
Un bello cuento. ¡Quién pudiera tener esos pinceles mágicos para escapar de los malvados emperadores que a veces nos acosan!
Un saludo.
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