LOS MENSAJES DE CARLA
“Estoy de migraña, cari. No me apetece salir”, dijiste en un lacónico mensaje y sentí en las narices la barrera del portazo.
Todo se detuvo y sin saberlo examiné las ocho palabras que acababa de recibir. Las tres primeras definitivas, una declaración en toda regla, esto es así, yo lo sé, no preguntes, no te intereses, no intentes averiguar. La cuarta palabra suavizaba la dureza de las palabras anteriores. Sin embargo, si aún yo creía que se abría algún resquicio con el resto del mensaje, las cuatro últimas mostraban claramente su intención.
No hay duda, Carla se vuelve otra vez infranqueable, pensé. Y me sentí al margen, sin posibilidad de intervenir. Y no te contesté ¿para qué? Lo habías hecho varias veces este año, diez, doce, no sé, perdí la cuenta. Yo siempre borraba cada nuevo portazo y empezaba cuenta nueva, siempre abría los brazos a una nueva intermitencia tuya cual guadiana en pleno curso.
Aquella mañana habíamos hablado, habíamos hecho planes para vernos, a las ocho estaría bien. Un beso dijiste al despedirte. Nada hacía presagiar la barrera que oportuna aparecía al menor descuido. “Estoy de migraña, cari. No me apetece salir” y Carla pensé que el orden de tus palabras no era el conveniente, no me apetece salir sería lo primero, lo demás ya no importaba.
Y esta vez sonó distinto, totalmente explícito en mi interior. Cerraban dos años de intento de proyectos en común, cerraban amaneceres de inconstantes promesas, cerraban atardeceres frente al mar en aquel rincón que siempre vivíanuestras paces, esta vez rompían el círculo vicioso de un paso hacia delante y dos pasos hacia atrás.
Y te borré, Carla, borré tu número de mi móvil, es curioso me costó, nunca había borrado el número de una amiga de verdad y me dolió porque a la vez estaba borrando consciente tu sonrisa de mis labios y borré de mi piel tus caricias, borré de mis sentimientos los tuyos, borré de mi corazón el recuerdo y decidí no volver a pasar por el tuyo.
Hay gestos que a fuerza de repetirlos crean hábitos, pero a veces la consciencia actúa por si misma, independiente del corazón, y resuelve los problemas al instante y para siempre.
Todo se detuvo y sin saberlo examiné las ocho palabras que acababa de recibir. Las tres primeras definitivas, una declaración en toda regla, esto es así, yo lo sé, no preguntes, no te intereses, no intentes averiguar. La cuarta palabra suavizaba la dureza de las palabras anteriores. Sin embargo, si aún yo creía que se abría algún resquicio con el resto del mensaje, las cuatro últimas mostraban claramente su intención.
No hay duda, Carla se vuelve otra vez infranqueable, pensé. Y me sentí al margen, sin posibilidad de intervenir. Y no te contesté ¿para qué? Lo habías hecho varias veces este año, diez, doce, no sé, perdí la cuenta. Yo siempre borraba cada nuevo portazo y empezaba cuenta nueva, siempre abría los brazos a una nueva intermitencia tuya cual guadiana en pleno curso.
Aquella mañana habíamos hablado, habíamos hecho planes para vernos, a las ocho estaría bien. Un beso dijiste al despedirte. Nada hacía presagiar la barrera que oportuna aparecía al menor descuido. “Estoy de migraña, cari. No me apetece salir” y Carla pensé que el orden de tus palabras no era el conveniente, no me apetece salir sería lo primero, lo demás ya no importaba.
Y esta vez sonó distinto, totalmente explícito en mi interior. Cerraban dos años de intento de proyectos en común, cerraban amaneceres de inconstantes promesas, cerraban atardeceres frente al mar en aquel rincón que siempre vivíanuestras paces, esta vez rompían el círculo vicioso de un paso hacia delante y dos pasos hacia atrás.
Y te borré, Carla, borré tu número de mi móvil, es curioso me costó, nunca había borrado el número de una amiga de verdad y me dolió porque a la vez estaba borrando consciente tu sonrisa de mis labios y borré de mi piel tus caricias, borré de mis sentimientos los tuyos, borré de mi corazón el recuerdo y decidí no volver a pasar por el tuyo.
Hay gestos que a fuerza de repetirlos crean hábitos, pero a veces la consciencia actúa por si misma, independiente del corazón, y resuelve los problemas al instante y para siempre.
La fotografía corresponde a un nocturno frente a la Iglesia de San Lorenzo, en la playa de Gijón.
14 comentarios:
Hoy vengo regando flores por todo el camino real.
Eres la envidia prohibida con la razón y ternura
de una gota de luz en el paisaje del mar bajo la luz de la luna.
Eres canción y locura con colores de silencio
que revives en tus sábanas con tu piel hambrienta
de mis últimas palabras.
Por eso vuelves llena de sol y de alegría
hecha mujer idealizada con las palabras y la vida,
con la esperanza azul de mis silencios.
Por eso vuelves llena de ternura convertida en un poema
donde mis versos nunca acaban,
donde las letras reclaman
done me estrañas
donde te estraño.
Recibe un beso en tu alma.
Gaia, te entiendo y cree que lo siento. Así contado, el mensaje no era para tanto; pero si no era la primera vez... llega un momento en que lo único que te sale es decir basta... Te dejo un beso; mira hacia adelante,
V.
Entre espantadas, rarezas y muros infranqueables, las espinas ya se están convirtiendo en puñaladas.
Es curioso que yo siempre me autocritique y jamás se me ocurra criticar a los demás.
pd. enhorabuena a todos aquellos que no sufren de por vida una migraña
gerardo omaña, pregunto ¿puedo quedarmen con las flores que riegas y repartes?
elpoeta, no preocupes, era sólo un relato. Ya sabes el poeta es un fingidor. Me quedo con tu beso.
¡ay, señor que mi Carla de ficción se hizo persona!... Digo lo mismo que a elpoeta, es un relato, es una simple ficción.
Me uno a la enhorabuena a los que no sufren migrañas.
Besinos, abrazos, sonrisas y de todo en abundancia para todos.
Senti-me viajar pelas tuas fotos... ;)
Quando um namoro termina...doi demais, sentir que o outro já não quere o mesmo que nós! Te entendo! Força!
Beijokas on skin
Y... si jugamos a cambiar el nombre, a que cada uno figure el de su Carla particular, ¿sonaría igual el relato?. Podemos hacer una prueba.
Hace unos días borrá algunos teléfonos de mi móvil. Llevaban un par de años estorbando mi agenda y lastrando mi vida, por si acaso... pensaba.
Ahora, por fin, me siento màs liviano. Fuera amarras con el pasado.
Salu2 Córneos.
Pues si, todos tenemos a nuestra Carla, con la que intentamos quedar, nos hace falsa promesas que nos ilusionan, y luego, nos quedamos solos... (va a parecer que todo gira por la soledad..) 1 beso, y Carla se lo pierde...
Es una buena práctica borrar los nímeros del móvil en situaciones como estas, para evitar tentaciones innecesarias, si no te sabes el número de memoria claro.
Un beso y adelante.
skin cuando quieras viajar... en fotografía, ya sabes.Yo recorro a menurdo tu ciudad en al que me encanta pasear.
tomás, todos tenemos una o varias Carlas, es cierto... y ¿casi siempre volvemos a picar?
javier, es cierto... de vez en cuando es bueno soltar amarras.
conserje, entre ilusiones y desilusiones vamos tejiendo la vida.
gregorio, nunca borras de la mente algunos números, verdad?
Para todos,a demás de las gracias por pasar... besinos, sonrisas, abrazos
Me creí el comentario de Carla, estuve a punto de abstenerme de comentar por ello.
Está muy bien tú carta. Real.
Besos.
Aunque sea un relato.... Yo me resisto a hacer la llamada sólo por no escuchar la negación. Y, efectivamente, hay teléfonos que siempre van en el corazón.
me gusta la metáfora del portazo. que pena.
gracias toro, me gustaría saber hacer buenos relatos cortos, más cortos aún que éste.
lamia, exacto... la temida negación que surge sin saber porqué impide muchas comunicaciones.
a mi también me gusta, txe. ¿para cuando el libro y el recital pro el norte?
besinos, sonrisas y abrazos... hay para todos.
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