domingo, enero 27, 2008


Pasa la maravillosa luna llena de enero.

Pasa el combate con los virus de la gripe, sube la intensidad económica en los medios de comunicación, suspira la bolsa, hoy bajo, ahora subo, gastamos poco en las rebajas, Davos desde su foro anual de reunión de ricos también habla, la Iglesia con su papa negro recién nombrado de marcados matices de sabor oriental (parece que el poder del mundo se desplazará en décadas próximas hacia el lejano oriente) también habla, la comisión europea que nos pone deberes más cercanos sobre reducción de CO2 y las energías limpias, muchos hablan mucho últimamente y… esta luna de enero vomita palabras suspendidas.



Mirabas expectante
El paso de la vida
Sin descanso en tu cristal
Removimos telarañas en tu esfera
Viviste espumas de frescura
Volamos en mis alas
Y ascendiste nubes de poeta
Trampolín para otros lares
Y ahora saltas lejos
Brillando en lontananza
En tránsito de vida
Y aún atisbo un guiño
De la luna que aún te falta
Chispa de pasión descolocada
Del néctar que libabas cada día.


La fotografía de la Ría de Villaviciosa al atardecer sirva de marco sereno de estos vómitos.



domingo, enero 20, 2008



Ayer sábado, 19 de enero, cuando se depositaban las cenizas de Ángel González en el cementerio de El Salvador, en Oviedo, se leyó este poema suyo inédito.
SIN PRISA


Deja que pasen estos días,

deja que pasen estos años,

y entretanto

agradece el regalo de la luz

al cielo de diciembre,

tan discreta

que es casi solo trasparencia,

no ofende

y es muy bella,

deja que pasen estos años,

son pocos ya,

sé paciente

y espera

con la seguridad de que

con ellos

habrá pasado definitivamente todo.

sábado, enero 12, 2008



Aunque los poetas son inmortales
hoy no ha salido el sol...

hoy nos falta Ángel González.


Donde pongo la vida pongo el fuego
de mi pasión volcada y sin salida.
Donde tengo el amor, toco la herida.
Donde dejo la fe, me pongo en juego.


Primera estrofa del poema de Ángel González Donde pongo la vida pongo el fuego.


ESPADAS Y ROSAS

Espadas abiertas,
pétalos al aire,
palabras caídas.

Atronaban los motores contenidos
frente al blanco Mosteiro,
tus palabras sonaron como espadas
perforando espacios diluidos por el humo
del cigarro de tus labios resecos.

Espadas del tiempo,
palabras gastadas,
rosas aún florecidas.

Mis labios se deleitan por el rojo, dulce, intenso
paladar de un vintage de 10 años,
las espadas y tus palabras se cruzan
diluyendo encuentros, desencuentros.
Tu luz indirecta me llega y no la escucho,
mi sangre fluye libre caminando
en sentido inverso a tus palabras.

Espadas de hielo,
palabras cortantes,
sangre de rosa vacía.

Tu palabra rasgó el espacio vacío,
desplomó los pétalos ardientes
que había cultivado con esmero.
Con espadas habías defendido un sueño.
Con espadas habías destruido un sueño.

Espadas rojas,
palabras al aire,
pétalos caídos.

Un pétalo rodó por tu mejilla
taladrando el ensueño.
A lo lejos el arco suspendido de la Ponte
observaba impasible.
Aquel campo de rosas crecido a tu lado
se apagó marchitando los deseos.

Sin espadas
crecen libres
palabras y rosas.

Las espadas, espigas de silencio,
en campos bravíos cultivadas
con lágrimas de sangre
germinaron una rosa,
sus pétalos se abren libres
después de tanto desencuentro.